jueves, 23 de agosto de 2012

Así la reconoceréis
El PEDAM o LOH se caracteriza por seis grandes manifestaciones clínicas fácilmente reconocibles:
1) Libido reducida y alteraciones de la erección
Ambos son síntomas muy angustiantes para los hombres. La disminución de la libido se manifiesta gradualmente en períodos de meses o años. Algunos se dan cuenta de que existe un problema cuando un día se encuentran pensando, sin mayor sorpresa, que no les importaría si nunca volvieran a tener sexo. Quienes padecen esta falta de “apetito” reportan ausencia de pensamientos, sentimientos y comportamientos sexuales. En cuanto a la calidad de las erecciones, ¿qué puede preocupar más a un hombre que la impotencia? En algunos casos, el problema es mucho más grave, pues se manifiesta en la ausencia de erecciones matinales —el hombre pierde la agradable sensación de despertarse pleno de virilidad—, y, lo que es peor, de erecciones nocturnas, que, como todo el mundo sabe, es un indicador de que la disfunción obedece a problemas fisiológicos.
2) Deterioro óseo
Disminuye la densidad mineral ósea con la consecuente osteopenia y osteoporosis. Aunque estos males atacan más a las mujeres, el porcentaje de hombres afectado no es despreciable. Según Szemat, en un estudio realizado recientemente entre 1.853 hombres venezolanos de más de 50 años, se pudo comprobar que 52% presentaba disminución de la masa ósea (16% osteoporosis y 36% osteopenia).
3) Cambios de humor, con disminución de la capacidad intelectual, habilidad para
la orientación espacial, depresión y ansiedad

La irritabilidad y el nerviosismo no son temas para la risa, y, mucho menos, la depresión. Por lo general, cuando un hombre es víctima de este mal que no le motiva a cambiar de situación, tiende a considerarse como una víctima de los acontecimientos de la vida. En otras palabras, su depresión es considerada una respuesta a los eventos por los que ha pasado y no como el resultado directo de cambios bioquímicos en el cerebro debido a la reducción de los niveles de testosterona.
4) Aumento en la grasa visceral
También de la grasa visible que tiende a acumularse en el abdomen y que forma parte de la infaltable barriguita. Se evalúa por el índice cintura / cadera igual o mayor a 0.90 y está relacionado con la obesidad.
5) Disminución de la masa corporal con la consecuente disminución en la fuerza
y en la masa muscular

Es cierto que con la edad el hombre va perdiendo masa muscular. Hasta ahora el único antídoto ha sido el ejercicio, sobre todo anaeróbico —las pesas, especialmente— que permite retardar la pérdida de masa que ocurre año tras año. Pero ¿qué sucede si la razón principal es la ausencia de la hormona masculina?
6) Disminución del vello corporal y alteraciones de la piel
El hombre pierde vellos en regiones donde antes era abundante, y su piel se vuelve seca y arrugada como consecuencia de la disminución del sebo en las glándulas sebáceas. Estas estarían estimuladas normalmente por la testosterona que fluye por el torrente sanguíneo para la producción de aceites esenciales vitales en el mantenimiento de la piel.
A estos seis grandes grupos de síntomas, se unen otros no menos importantes a los que hay que prestar atención: fuerza y volumen de la eyaculación reducidos, alargamiento del período refractario (el lapso de recuperación de la erección luego de una eyaculación), insomnio y fatiga, dolores y achaques, enrojecimiento, transpiración, fogonazos y problemas circulatorios —hay evidencias de que la testosterona puede proteger al corazón y reducir la incidencia de enfermedades cardíacas—.



miércoles, 22 de agosto de 2012


También es cosa de hombres
Mantener los niveles de testosterona en el organismo es una opción cada
vez más aceptada por los médicos que creen en la andropausia y, por ende,
en la prevención de sus múltiples consecuencias.
 Raúl Chacón Soto
Hay que decirlo desde un principio: la andropausia —el equivalente en el hombre de la menopausia en la mujer—, no es un concepto plenamente aceptado por los médicos. Muchos especialistas sencillamente sostienen que la mayoría de los síntomas asociados a la carencia de la hormona masculina pueden ser explicados como consecuencia del estrés o como parte inevitable del proceso de envejecimiento. Según ellos, algunos hombres de edad tienen los mismos niveles de hormonas masculinas que hombres jóvenes, y ello no ha evitado que experimenten los cambios que se asocian a la andropausia como fatiga, depresión, irritabilidad, impulso sexual reducido e impotencia. Es más, para este importante sector, no hay pruebas convincentes de que los suplementos de testosterona alivien los males y, por el contrario, advierten que pueden ser potencialmente peligrosos para la salud.
En el otro bando se ubican los especialistas, cada vez más numerosos, que atribuyen a la deficiencia de la testosterona la manifestación de la gran variedad de cambios que experimenta el hombre cuando transita entre los 45 y 50 años —muchos de ellos asociados a la famosa crisis de la edad madura—. A juicio de estos especialistas, entre quienes se encuentra, en Venezuela, Ricardo Szemat, director del postgrado de Urología del hospital Domingo Luciani, la testosterona juega durante toda la vida del varón un papel tan determinante en la expresión de todo su ser —impregna cada nervio, cada fibra muscular, cada célula del cerebro; es la responsable del desarrollo de su cuerpo e incluso forja la actitud típica de los hombres—, que sería tonto pensar que su deficiencia, una vez pasados los 40 años, pase inadvertida y no cause estragos. Reconocen, eso sí, que la declinación hormonal en el hombre quizás ha sido menos estudiada porque es más gradual al comienzo —no ocurre de una forma clara y definida—, y su progreso no es uniforme.
Es el propio Szemat quien ofrece la necesaria definición de andropausia antes de continuar con el tema y pasar a enumerar sus manifestaciones. Según el especialista, se trata de la declinación hormonal asociada con la edad; o dicho de otra manera, el efecto del suministro inadecuado de hormonas producidas por los testículos en el cuerpo del hombre, una carencia que puede desarrollarse por una gran variedad de razones al envejecer y que produce un profundo y amplio rango de síntomas. “La declinación hormonal está principalmente relacionada con las hormonas sexuales, pero no se limita a ellas, pues incluye importantes cambios en la hormona de crecimiento (GH), la dehidroepiandrosterona (DHEA), melatonina, leptinas y tiroxina”. Agrega que el síndrome comúnmente llamado andropausia, también puede ser conocido como PEDAM (por sus siglas en inglés para Partial Endocrine Deficiency on the Aging Male) o LOH (siglas también en inglés para Late Onset Hypogonadism o hipogonadismo de inicio tardío).
La visita al urólogo. Corresponde a un especialista de la urología realizar el diagnóstico clínico de la andropausia. Por lo general se realiza una exploración física, que incluye examen prostático, y se aplica el cuestionario AMS (Aging Male Symptoms) que mide los aspectos somáticos, sexuales y psicológicos del hombre mayor. La función eréctil se evalúa con otro cuestionario, el IIFE-5 o inventario de salud sexual, que consta sólo de cinco preguntas. Una vez realizados estos “sondeos” se procede a la confirmación bioquímica; es decir, a la medición de los niveles de testosterona (total y libre) y de otras hormonas, entre las que destaca —y ya se explicará el porqué— la hormona sexual transportada por la globulina (SHBG). La visita al urólogo es de suma importancia porque él es el especialista indicado para estudiar cada caso en particular y poder establecer la correcta terapia de reemplazo hormonal si ese fuera el caso. Las diferencias entre cada hombre son muchas y hay varios aspectos a tomar en consideración que no han sido tratados en este trabajo. Sólo por citar un ejemplo que da cuenta de la complejidad del asunto, cabe recordar que los niveles de testosterona en la juventud varían entre 450 y 1.200 nanogramos por decilitro de sangre. Estos niveles se mantienen entre unos 10 y 20 años, al término de los cuales empiezan a bajar a razón de 1% por año. Esto quiere decir que un hombre de 60 años debería tener 20% menos de testosterona en su sangre. Lo que sucede —y es lo que ha dado pie a no creer en la andropausia— es que mientras algunos hombres mayores de 40 años en efecto tienen niveles de testosterona bajos de solamente 333 ng/dl; otros, a los 70, todavía mantienen sus niveles en 800 ng/dl. La respuesta no es simple, pero se podría decir que entran en juego otros factores, uno de los cuales, el incremento de la SHBG, es importante, pues a mayor cantidad de esta hormona en la sangre, menor será la testosterona realmente disponible para actuar sobre las células. La visita al especialista, entonces, es obligatoria. El tratamiento de la andropausia necesita de un experto que pueda comprobar los aspectos menos obvios de la fisiología hormonal y que establezca el tipo de tratamiento que sea más efectivo.
La terapia de reemplazo hormonal (TRH). Lo primero que hay que decir respecto a la terapia, es que hay consenso en que se necesitan más estudios epidemiológicos relacionados con su aplicación en pacientes con hipogonadismo. Los partidarios parten de que hay un significativo número de hombres que se pueden beneficiar —y en efecto ya se ha beneficiado— del tratamiento de testosterona, y ha visto desaparecer muchos de los síntomas de la andropausia. ¿Por qué resignarse a la irritabilidad, a la depresión y a la impotencia si se puede hacer algo al respecto? El objetivo primordial de la TRH es, justamente, reestablecer la libido, la función sexual y la sensación de bienestar, sin dejar de lado aspectos importantes como estabilizar la osteoporosis, restaurar la fuerza muscular y conservar la agudeza mental.
La terapia se puede llevar a cabo de distintas maneras, que dependerán de la presentación comercial de la testosterona. Existen inyecciones, cremas, gránulos implantados, preparaciones orales y parches que se ponen sobre la piel. Szemat recuerda la mala fama —bien adquirida— de algunos de los primeros productos que se comercializaron y que causaron daños irreversibles al hígado, por ejemplo, pero asegura que los nuevos productos son de mejor calidad, y que ahora se conoce mucho más acerca de los programas seguros de administración. En el país, los médicos utilizan alguno de estos dos compuestos orales en una primera etapa: el undecanoato de testosterona (Andriol) y un andrógeno suave llamado mesterolona (Probirón). Las inyectables son otra opción. Por lo general, son ésteres de testosterona con efecto a largo plazo (una, dos o tres semanas) que tienen el problema de que al efecto inmediatamente positivo sucede un bajón (irritabilidad, cambios de ánimo, pérdida de la libido) los días anteriores a la nueva dosis. También se han utilizado, en otros países, los implantes subcutáneos de testosterona pura cristalizada que presentan, entre sus beneficios, intervalos prolongados entre tratamientos (hasta seis meses), reemplazo efectivo con niveles consistentes de hormonas y restauración del estado de ánimo, libido, niveles de energía y motivación. Los gránulos que se implantan vienen en dos tamaños. Por lo general, se colocan entre cuatro y 10 gránulos a través de una pequeña incisión en el tejido graso subcutáneo justo encima de los glúteos. Desde el punto de vista clínico, este procedimiento es superior en durabilidad y estabilidad de los efectos clínicos. Por último, se han desarrollado los parches, que se pueden encontrar de dos tipos: uno diseñado para ser usado en el escroto y otro para ser colocado sobre la piel de la espalda, brazo, abdomen o pecho. Al utilizar los parches es posible simular el ritmo diario de producción de testosterona, lo que los convierte en una buena alternativa a la hora de la decisión; y al igual que los productos inyectables, son efectivos en restaurar la función eréctil.
El especialista explica que durante el primer año de aplicación de la terapia, el paciente debe acudir al urólogo por lo menos cada tres meses para vigilar, sobre todo, que no han variado los valores de antígeno prostático. Durante el segundo año basta con dos consultas y ya a partir del tercero, con una sola visita es suficiente. Lo del antígeno prostático es importante, pues una de las contraindicaciones de la TRH es la presencia de cáncer de próstata —Szemat apunta que la terapia se ha aplicado incluso en hombres curados de cánceres no agresivos—. Respecto a este punto, el especialista se refiere al viejo temor que relaciona testosterona con cáncer, para aclarar que no hay relación directa comprobada entre estos dos factores (no existe evidencia de mayor riesgo de cáncer durante el tratamiento con testosterona). Otras contraindicaciones importantes son el cáncer de mama, la apnea del sueño —se debe curar antes para proceder con la terapia— y la hiperplasia prostática benigna.
Someterse o no a una TRH debe ser una decisión compartida con el especialista. Nunca se debe a proceder a tomar suplementos de testosterona sin los estudios pertinentes y un adecuado seguimiento de un urólogo, que se convertiría en una especie de médico del hombre. Se debe tomar en consideración que una vez empezada la terapia, esta se debe continuar de por vida, así que se trata de una decisión importante. Lo que se busca es recuperar el bienestar propio de los años de la juventud. Si hay una salida, ¿por qué no tomarla? l

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hormonas yosteoporosis en el hombre

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